Capitulo II - Los años 60

Los años 60

Queda chic declarar que la arquitectura es un libro abierto de historia, aunque no resulta tan fiable si sus páginas han sido arrancadas o manipuladas. Los edificios cambian, pero la cartografía y, posteriormente, la fotografía aérea, proporcionan otras herramientas para comprobar el estado de las fincas como bien saben los inspectores catastrales. Recursos que antes se reservaban a investigadores especializados ahora se encuentran a disposición de cualquier usuario de internet que puede acceder a golpe de ratón a las bases de datos geográficas de ayuntamientos e instituciones internacionales.

En plena guerra fría, desembarcaron los militares norteamericanos en España y realizaron, con tecnología puntera, el “Vuelo Americano de 1956”, ahora disponible en el Centro Nacional de Información Geográfica, inaugurando series que permiten contrastar declaraciones registrales escritas y detectar inconsistencias.

Las bases americanas también introdujeron nuevas ideas arquitectónicas, algunas de ‘ida y vuelta’; arquitectura moderna de los 30 que volvía a Europa tras una gira por el Nuevo Mundo.  Nos referimos,  por supuesto, a las ‘casas americanas’

de Figueres, Encinar de los Reyes, Torrejón y otros lugares de España, no a las casas de los ‘americanos’ acaudalados que volvían de América Latina para construir un palacete en su pueblo de origen.

Los edificios “Corea” en los números 198-208 del Paseo la Castellana, albergaron ciudadanos norteamericanos que llegaron a España después de la Guerra de Corea. Otros preferían el modelo unifamiliar más acorde con su estilo de vida, parecido al ‘bungalow’ que se encuentra al lado del Palacio de Torre Arias, habitado por la Condesa y su esposo entre 1953 y 1977 según algunas versiones de la misteriosa historia de la finca.

Según la documentación presentada en el PlanEspecial de 2014, citada después sin rechistar en la Sentencia que anula dicho Plan, y después cortada y pegada en el Plan Especial de2017, “su construcción data de los años 1990-1995 ... se considera un impacto negativo próximo a la fachada este del palacio, proponiéndose su demolición”. Para aclarar este punto, se puede apreciar, en las fotografías aéreas del portal Nomecalles.com que aparece el ‘bungalow’ por primera vez en el ‘mosaico de 1961-67’ y en 1980 se puede ver hasta en color.

Se desconoce si esta discrepancia de datación se debe a un error administrativo o algún criterio más expeditivo relacionado con el futuro de la finca ideado a partir de 2012 que llevó a la redacción del Plan Especial de 2014. Tampoco es lugar para analizar ahora si añadir 30 años a la edad del edificio lo pondría en alguna categoría digna de estudio o protección.

Aunque quitarse años es una vanidad humana común, la verdad es que algunos arquitectos, orgullosos de su longevidad, tienen mucho que contar. Uno de ellos, Philip Johnson, fue entrevistado con 88 años, en su Casa de Cristal, donde residió hasta morir diez años después. Cuenta su relación profesional con el arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe y como la Casa Farnsworth de este último le llevó a diseñar su vivienda con amplios ventanales y terraza para apreciar su propia obra de paisajismo.

La tipología arquitectónica de casa abierta con amplias vistas dentro de un enorme jardín o lugar de retiro campestre, un domicilio sencillo para una persona solitaria o una pareja sin hijos, donde no importa la falta de barandilla, fue un concepto novedoso en la España de los años 60 que tal vez la Condesa o su marido viera en alguna revista importada. Parecería una solución práctica comparado el intento de habitar las enormes salas vacías del palacio.

Tal vez esta curiosidad arquitectónica debería datarse y documentarse correctamente antes de su demolición; que no se nos haya escapado algo importante y se repita la desaparición del Pabellón de Alemania de la Expo de Barcelona 1929 (Mies van der Rohe), reconstruido en 1986, por casualidad el año de la Permuta de Torre Arias.

Conocemos la escasez de medios técnicos y de construcción en la España de la posguerra y quizás los materiales de construcción del bungalow no fuesen tan nobles como el Pabellón, pero la crónica de aristócratas venidos a menos siempre tiene valor literario.

Johnson, arquitecto de los rascacielos Puerta de Europa en Madrid, también conocidos como Torres Kio o Torres Bankia, sede de dos escándalos financieros sonados en la historia reciente de este país, odiaba a los promotores inmobiliarios por buscar proyectos más baratos y escatimar en los materiales nobles que tan cuidadosamente diseñan los arquitectos. Seguramente apreciaría los argumentos de quienes abogan por doblar los honorarios de los arquitectos españoles, del 1% del coste del proyecto al 2%, debido a su gran responsabilidad y compromiso de larga duración con el edificio; poco realmente, cuando al promotor inmobiliario le dan un 3% por no hacer nada.

La ruina progresiva y continuada de Torre Arias desde que el Ayuntamiento se convirtió en su propietario en el 1986 enseña que escatimar materiales estructurales, supervisión y mantenimiento tiene consecuencias. Menos longevos fueron los edificios ‘Corea’, que el aluminosis llevó a la demolición, creando una excelente oportunidad para la empresa Reyal, una promoción de oficinas en el Paseo de la Castellana 200 desde cuyas ventanas se divisan las Torres Kio. Según el dueño de la Casa de Cristal, lo primero que un arquitecto quiere saber cuando le presentan a alguien es si tiene dinero suficiente para encargarle un proyecto lucrativo y que perpetúe su legado; si no, la conversación durará poco.


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